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Marcha fúnebre por la muerte de la tierra


(Esquela de defunción)

Lento.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles,
Anudad y desanudad vuestras vastas masas de oro,
Suavemente, tristemente, sobre músicas graves,
Conducid el duelo lentísimo de vuestra hermana que duerme.

¡Los tiempos se han cumplido! Muerta para siempre,
Tras un último estertor (en donde temblaba un sollozo),
En el oscuro silencio de la calma absoluta, la Tierra
Flota como restos de un naufragio enorme y solitario.
¡Qué sueño! ¿es verdad? por la noche transportado,
No eres más que un ataúd, un bloque inerte y trágico,
¡Acuérdate, sin embargo! ¡Oh, la epopeya única!
No, duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

Y sin embargo, Tierra, acuérdate de los primeros años,
Cuando sólo tenías, con la tristeza de los largos días,
Los pantoums del viento, el clamor del sordo oleaje,
El murmullo argentino de las ramas y las hojas.
Pero el ser impuro se manifiesta, el débil rebelde
Que desgarra los hermosos velos de la santa Maya
Y el sollozo de los tiempos brota hacia las estrellas…
Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

Oh nunca olvidarás la noche de la edad media,
Cuando, en el enloquecimiento del redoble del
El Hambre apilaba los viejos huesos desenterrados
Por la Peste que colmaba los osarios con rabia.
Acuérdate de la hora en que el hombre aterrorizado,
Sin esperanza bajo el cielo y empecinado en la Gracia,
Clamaba: «Gloria al Bonísimo», maldiciendo a su raza.

Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

Himnos! ¡Altares ensangrentados! ¡Oh sombrías catedrales,
En las dolorosas vidrieras, en las campanas, el incienso,
Y el órgano desencadenando sus poderosas hossanas!
Oh blancos claustros perdidos, pálidos amores claustrales,
[…l el siglo histérico donde el hombre tanto ha dudado,
Y se ha encontrado solo, sin Justicia, sin Padre,
Rodando por lo desconocido, sobre un bloque efímero.
Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

¡Y las piras! ¡el plomo! ¡la tortura! ¡las mazmorras!

¡La vieja invención! ¡la música! ¡las artes
Y la ciencia! ¡y la guerra estercolando el campo!
¡Y el lujo! ¡la tristeza, el amor, la caridad!
El hambre, la sed, el alcohol, diez mil enfermedades!
¡Oh, qué drama han vivido estas enfriadas cenizas!
Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

¿Dónde está ese Çakya, corazón casto y sublime,
Que sangra por cualquier ser y anuncia la buena Ley?
¿Y Jesús, dulce y triste, que dudó de la Fe
De la que había vivido, de la que murió víctima?
¿Y aquellos que ante el atroz enigma sollozaron?
¿Dónde sus libros, sin fondo, igual que la demencia?
¡Oh, cuántos seres oscuros sangraron en silencio!
Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.
Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

¡Y nada más! ¡oh Venus de mármol! ¡Vanos aguafuertes!
¡Loco cerebro de Hegel! ¡dulces estribillos consoladores!
Campanarios embellecidos de calados y gastadas vehemencias
¡Libros en donde el hombre escribió inútiles victorias!
Todo lo que dio a luz la pasión de tus hijos,
Todo lo que fue tu cieno y tu esplendor breve,
Oh Tierra, ahora es como un sueño, un gran sueño.
Pero duerme, duerme eternamente, todo ha terminado.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles…

Duerme eternamente, todo ha terminado, puedes creer
Que este drama inaudito no fue más que una pesadilla
Pues no eres sino una tumba que se pasea al azar
[…l sin nombre en la oscuridad de la memoria
¡Era un sueño, oh sí, tú nunca has existido!

¡Todo está desierto! ¡ningún testigo ve nada, nada piensa!
No existe más que la oscuridad, el tiempo y en silencio.
Duerme, acabas de soñar, duerme eternamente.

Oh séquito solemne de los espléndidos soles,
Anudad y desanudad vuestras vastas masas de oro, 
Suavemente, tristemente, sobre músicas graves,
Conducid el duelo Ientísimo de vuestra hermana que duerme.

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