Para amar a los perros
Si yo quisiera conocer la verdad pondría la mano sobre el corazón de una niña. O sobre el corazón de un perro. No hay perros delatores ni perros comerciantes y si la gente pensara sabría que el hijo de una perra es un pequeño ser llamado a la grandeza. Guardan tanta ternura en el alma que no comen si no los acompañas. El que convierte a un perro en bestia sanguinaria —los perros pueden aprenderlo todo-- merece quedar muerto con la cara en el lodo. Mas quien ama a los perros merecería morir sin sueño y sin espanto en un minuto luminoso del verano. |