José Guadalupe Posada
En 1875 Posada contrajo matrimonio con Maria de Jesús Vela. Para 1883 era maestro de litografía en una preparatoria de León. En 1888, tras una inundación, se mudó a la ciudad de México. Su primeros encargos fueron de la editorial comandada por el editor y periodista Ireneo Paz (abuelo de Octavio Paz). José Guadalupe Posada nació en Aguascalientes,
México el 2 de febrero de 1852. En su adolescencia trabaja en el taller
de Trinidad Pedroso con quien aprenderá el oficio de la litografía y el
grabado. Es aquí donde inicia su carrera como mordaz caricaturista publicando
en el diario El Jicote. En 1871 se muda a León huyendo de la ira del cacique
del pueblo quien había sido blanco de sus trazos mordaces.
En 1875 Posada contrajo matrimonio con Maria de Jesús Vela. Para 1883 era maestro de litografía en una preparatoria de León. En 1888, tras una inundación, se mudó a la ciudad de México. Su primeros encargos fueron de la editorial comandada por el editor y periodista Ireneo Paz (abuelo de Octavio Paz). Más tarde contactó a Antonio Vanegas Arroyo, dueño de una casa editorial. Junto con Vanegas Arroyo, el poeta Constancio Suárez y el también grabadista Manuel Manilla, formó parte de un grupo dedicado a publicar impresos de bajo costo accesibles al pueblo empobrecido por la dictadura de Porfirio Díaz. _Posada
fue un artista amante de su oficio, comprometido con sus ideales que más
de una vez lo llevaron tras las rejas. Lejos de buscar la fortuna y la
fama con su talento, Posada dedicó sus días al trabajo arduo del artesano
para legarnos ácidas metáforas de una sociedad de altos contrastes. Hasta
sus últimos días, trabajó en su taller y cumplió los encargos a la misma
casa editorial. Murió el 20 de enero de 1913. Fue enterrado en una tumba
de sexta clase sin derecho a perpetuidad. Sus restos mortales terminaron
en alguna fosa común del Panteón de Dolores de la ciudad de México.
El trabajo de Posada no se limita a la representación de calaveras. Existen
grabados de animales, de escenas históricas, de sucesos formidables y
de noticias que asombraron a los lectores de su época. Realizó
portadas de libros infantiles, de historias populares y aún de
recetarios.
Posada fue el grabadista de lo cotidiano, el memorioso que logró plasmar una época que, aunque lejana, aún sigue vigente toda vez que la historia se repite: las alegrías, las injusticias, los rostros y los memoriosos que ahora eligen preservar su nombre José Guadalupe Posada y el de su inolvidable Catrina. Elegir, como LEITMOTIV, a José Guadalupe Posada no es sólo reconocer el legado plástico de un precursor del grabado ni hacer un guiño con el incisivo sentido del humor de un caricaturista, sino comulgar —o intentarlo— con el punto de vista de un hombre. ¿Qué perdura? ¿Qué se extingue? ¿Qué o quién no ha de ser olvidado? Las respuestas quizá se encuentren agazapadas en la vida y obra de este artista. |